DR. JAVIER PEREYRO

EL sueño: SI NO DORMIS NO VIVIS

Lo normal es anormal

La mayoría de las personas tienen un criterio determinado de lo que significa que algo sea normal. Tomando un ejemplo clásico, para muchos es normal dormir 4 horas, para otros dormir 10hs. Durante una noche de descanso, nuestro sueño, pasa por distintas fases en las que tienen lugar diversos procesos. Podemos decir que el sueño es cíclico y se divide en ciclos de aproximadamente 90 minutos que se reiteran durante las ocho horas recomendables que pasamos durmiendo, pudiendo transitar entre cuatro y seis ciclos seguidos por noche. Fase I o etapa de adormecimiento; son los primeros diez minutos, desde que estamos nos acostamos hasta que nos adormecemos. Por supuesto que es desde el momento en que apoyaos la cabeza en la almohada y abandonamos todos los estímulos nocturnos, que hoy en día generan grandes alteraciones a la hora de poder entrar en esta etapa. El celular está considerado un estimulante potente para no inducir al sueño, por ello en aquellas personas que lo usan, es conveniente ponerse un horario límite para poder lograr el descanso adecuado.

Fase II o etapa de sueño ligero; ocupa aproximadamente el 50% del sueño. Nuestro cuerpo se va desconectando lentamente de aquello que hay en nuestro entorno, y tanto nuestra respiración como nuestro ritmo cardíaco se van enlenteciendo. Dentro de esta fase se suceden etapas de gran actividad cerebral con otras de menor intensidad, algo que hace que sea muy difícil despertarnos cuando estamos en ella. ¿Alguna vez han soñado que te está por ocurrir algo grave y antes de que pase te has despertado súbitamente? Esto se genera en esta fase.

Fase III o etapa de transición; es una etapa corta, de apenas dos o tres minutos, en la que nos acercamos al sueño profundo. Durante las fases III y IV del ciclo del sueño es cuando nuestro cuerpo se encuentra en un estado de relajación profunda y cuando se dan los picos de segregación de hormona del crecimiento, muy importante para los deportistas.

Fase IV, etapa de sueño profundo o de sueño Delta; La etapa de sueño profundo suele ocupar aproximadamente un 20% del total del ciclo del sueño. Es la etapa más importante de todas, ya que va a determinar la calidad de nuestro descanso. Durante esta fase del sueño también es difícil despertarnos: nuestro ritmo respiratorio es muy bajo, así como nuestra presión arterial, que suele descender entre un 10 y un 30%.

Fase de sueño REM (rapid eye movement) o etapa de sueño paradójico; ocupa un 25% de nuestro ciclo del sueño, entre 15 y 30 minutos. Se denomina fase de “rapid eye movement” (movimientos oculares rápidos) debido al movimiento constante de los globos oculares bajo los párpados. Esta fase se caracteriza por tener una alta actividad cerebral, muy similar a la que tenemos mientras estamos despiertos: durante la fase de sueño REM la actividad cerebral es muy alta, pero nuestros músculos se encuentran “bloqueados”, ya que se relaja en forma máxima, lo cual permite una vasodilatación y con ella, el “barrido” de las toxinas que se generaron durante el día de trabajo.

La importancia de estas fases, se encuentran directamente relacionadas con la reparación nocturna de nuestro cuerpo, y para ello, necesitamos dormir entre 6 y 8 horas aproximadamente de corrido sin despertarnos, para que los ciclos se puedan reiterar la mayor cantidad de veces posibles, a fin de que, nuestros músculos se relajen y se puedan recuperar, limpiando todas las toxinas (como el ácido láctico) que se acumularon durante el día de actividad. Nuestro cuerpo es como funciona como un automóvil, al cual a la mañana cuando lo encendemos, esperamos uno minutos hasta que se lubriquen los sistemas y tome un mínimo de temperatura el motor, luego de usarlo durante todo el día, a la noche lo apagamos y guardamos en el garaje, asegurando que no quede nada encendido a fin de que no consuma batería. ¡Imagínese que pasaría, si el auto permanece todas las noches con algo encendido o consumiendo batería…… a la larga se rompe! Lo mismo pasa con nuestro cuerpo, si no logramos dormir adecuadamente, nuestro cerebro no descansa, los músculos no se recuperan y cuando nos levantamos, arrancamos con un desgaste que no debería de ocurrir, con rigidez y muy contracturado (fibra muscular fatigada).

Todo ello, con el correr del tiempo, termina desencadenando enfermedades que afectan los músculos (Fibromialgias, Fatiga crónica), cuadros depresivos, irritativos etc.

Resumiendo, no es lo mismo dormir que descansar, lo normal no es, a lo que, nuestro cuerpo está acostumbrado, sino a lo que necesita verdaderamente.